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Q U I N T A S
ECONOMÍAS FAMILIARES

...pequeñas unidades de producción, donde se fabricaba todo o prácticamente todo para la subsistencia del grupo familiar. Desde el jabón hasta las velas, pasando por los chacinados, los jamones, el aceite, el vino. También se cosechaban todo tipo de frutas y se criaban aves de corral.

(Arq. Larramendi)

Típica economía familiar; testimonio, en San Luis, del trabajo de los italianos y españoles agricultores.

Fachada de la Quinta de la flía. Giunta. Ubicada en Lavalle 524
La familia como unidad económica

Toda la familia participaba. Por supuesto, el trabajo mas pesado lo hacían los grandes, lo más liviano lo hacían los chicos y las mujeres, ellas cortaban la verdura, la ataban, la separaban, la lavaban bien...

(2001 - María del Carmen Molino)


Primera edificación de la Quinta de la flia. Giunta
El respeto por los ciclos naturales

...en las primeras quincenas de septiembre ya salíamos a sembrar los plantines dentro de los procesos de la luna porque se valían todo de la naturaleza no como ahora que se utilizan químicos ellos eran totalmente naturales.

(2001 - María del Carmen Molino)

Todo por época, por ejemplo las habas, la alverja, el pimiento, los zapallitos, todo eso correspondía al verano, se sembraba en la primavera y se cosechaba en verano, y por ejemplo las plantaciones de papa se sembraban mas o menos en agosto y se cosechaban en diciembre o enero, la batata se plantaba en octubre y se venia a cosechar en marzo tenia mas larga la tanda, y después lo que es verdeo por ejemplo acelga, zanahoria eso se cosechaba bien en invierno, cuando apretaba muy mucho el calor ya no podías tener lechugas por los grandes soles eran más de tiempo fresco.

(2001 - Juan Calvo)

Acequia

El riego

Había una dirección de agua que dependía de la municipalidad, tenías que pagar la boleta, vos le decías necesito una o dos horas de agua, entonces empezaba por allá por la calle Sucre donde vivían los Celi, de ahí empezaban con los riegos porque el agua la sacaban de acá del Dique Chico. El tomero venía y decía Mire Don Moriñigo, mañana le vamos a dar riego por la acequia esta. Entonces sacaba la boleta iba a la municipalidad pagaba, le daban un recibo, después venía el tomero en una bicicleta limpiando las acequias llenas de yuyos, perros muertos y que se yo, y bueno te daba el agua y vos le dabas el recibo.
Pero no siempre era tan sencillo. Había un inspector de agua y no era cuestión de que vos ibas a la municipalidad a pedir agua y te la daban, a veces tenías que acomodarte con el tipo.


(2001 - Victor Moriñigo)

Los familiares, los amigos, los "paisanos".

La mayoría, todos había una unión bárbara no era como ahora, ninguno se hacía daño al contrario se ayudaban cuando había que darle una mano uno a otro se la daban...

(2001 - Juan Calvo)

Donde vivimos nosotros, en Almirante Brown y los Inmigrantes, no era mucho, por eso él se valía de las amistades que tenían terrenos baldíos y se los solicitaba en calidad de préstamo y ahí iban a "medianera", mitad para vos, mitad para mí. Que a veces no era mita y mita, terciaban, porque era uno el dueño del terreno, mi papá que lo tenía que sembrar, cultivar y otro al que le daba el riego. Antes te daban el riego por acequias y había tres interesados, se sacaban tres bolsas de papa, una para mi viejo, otra para el dueño del terreno y otro para el que regaba.

(2001 - Víctor Moriñigo)

La Comercialización

En los negocios minoristas

Lo que cosechábamos generalmente se lo llevábamos a algunos conocidos que tenían carnicería, generalmente el que tenía carnicería tenía verdulería esos eran los que nos compraban, porque lo que producíamos era poco, los italianos y los españoles que tenían más producción iban al mercado comunitario. Mi viejo no podía hacer eso, plantaba y él vendía los ajos a cinco pesos la cabeza a Mainero y después vos ibas a comprarlo y te lo vendían a diez.

(2001 - Víctor Moriñigo)


Sulky

En otras provincias

Algo de la fruta se mandaba a Buenos Aires, damasco, breva... Se la mandaba en el tren "frutero", pasaba a la tarde por acá por San Luis y llegaba al otro día a la mañana a Buenos Aires.

(2001 - Juan Calvo)

Era mucha cantidad de frutas, los damascos eran gran cantidad, los preparaban y otra parte la vendían y otra la mandaban en el tren, ellos ya tenían comprado el espacio en un vagón de carga y ellos lo enviaban a Buenos Aires. Allá había una persona encargada que lo recibía en la estación y lo llevaba al mercado y lo ponía a venta... Ellos se comunicaban con el intermediario por medio de cartas, ni siquiera le conocían la cara, con una recomendación de cartas ellos se ofrecían. Mi tía se casó con una persona italiana en Buenos Aires y ese señor era el encargado de vender las frutas en el mercado, así que si ese señor venía y le decía esto lo vendí a un peso, ellos le tenían que creer aunque lo hubiera vendido a cinco porque el que vendía era él no ellos; entonces era ahí donde nunca la gente progresaba, es muy distinto a lo que es ahora, ellos no hicieron nunca fortuna.

(2001 - María del Carmen Molino)

En el Mercado Central

Compró acá mi abuelo y ellos pusieron puesto en el mercado central porque en esos tiempos había un mercado central en la ciudad que estaba en el paseo del padre y mis abuelos tenían un negocio en ese mercado mi papá me contaba que él sabía ir a trabajar al mercado con la mamá.

(2001 - María del Carmen Molino)

Se producía de todo, fruta, verdura, de todo, y todo se llevaba al mercado de concentración acá en San Luis que estaba ahí donde es la plazoleta del padre ahora, ahí era el mercado central de San Luis, toda la gente recorría ahí, los que iban a comprar y los que iban a vender.

(2001 - Juan Calvo)

Fachada de la Quinta de la flía. Moriñigo. Ubicada en Almirante Brown 1260.
Detalle de corral y frutales
Quinta de flia. Celi. Ubicada en Ayacucho y Sucre.
¿Dónde están?

En el recuerdo... en el cielo amplio del paisaje urbano... en los árboles añosos de la ciudad... en alguna esquina... en una calle sin veredas... en el baldío detrás del tapial.

El proceso de desaparición de Las Quintas fue largo y se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX. Múltiples fueron las condiciones que provocaron su desaparición:

* Paulatina anulación de canales y acequias.
* Loteo de los terrenos para la construcción de viviendas urbanas.
* División de terrenos por herencia que fragmenta la unidad económica familiar.
* Cierre del Mercado Central y consiguiente desarticulación de circuitos de comercialización.
* Introducción en la provincia de frutas y verduras de Mendoza a menor costo.
* Falta de apoyo de los gobiernos locales a la producción hortícola.

(Fuente: Susana Domeniconi)
Se jugaba a las bochas, a las cartas. Para el 24 y 29 de junio se organizaban los fogones, se juntaban las podas en la esquina de Ayacucho y Sucre se armaba un gran fogón, se comían batatas asadas, se saltaba el fuego, se hacían apuestas. A Don Celi le gustaba hacer pulseadas con algún amigo. Desde su casa hasta el mercado, era capaz de llevar sobre sus hombros una bolsa de harina, era muy forzudo y le gustaba mostrar de lo que era capaz.

(2001 - Dora Celi)

VILLA JOSÉ

Av. Centenario 523, patio de acceso y fachada orientados hacia el Norte.

Construcción de ladrillo cocido. Interesante síntesis de elementos de una arquitectura más aristocrática, como: simetría en la fachada, balcones "interiores", sistema de ventilación; que contrastan con un tratamiento simple del resto del edificio y cierta pérdida de rigurosidad durante el proceso de construcción (pérdida de simetría en la ubicación del aljibe).

Perteneció al Sr. José Fernández, quien se dedicaba a la producción agropecuaria.
Según su actual propietaria puede haber sido construida entre 1910 y 1920 como CASCO de un TAMBO. Fue implantada sobre suelo perfectamente estabilizado, muy fértil, aunque en la actualidad toda el área circundante está urbanizada.

Galería
Detalles del los balcones

CASA - QUINTA

Situada al noroeste de nuestra ciudad, en Italia 2152. Rodeada por: las vías del Ferrocarril y el canal recolector al Sur; la calle Marcelino Poblet al Norte; la calle Francia al Este y la calle Italia al Oeste.

Y entre todo ese verdor, que yo enumero,
y que hoy con nostalgia he recordado;
todavía llenan mis ojos, de vegetal asombro,
el "aguaribay", señorial y centenario,
y centinela, el primero, de ese lugar por años.

Su cuerpo añoso, más que tronco vegetal,
era el mangrullo de la fantasía,
de avizorar los contornos de la quinta;
o el torreón medieval en los juegos nuestros,
inexpugnable ante el ataque del salvaje,
o bien el barco pirata, inaccesible al abordaje.

Y bajo su enorme techo vegetal que daba sombra,
antes y después, de cada mediodía;
fue la antesala de todas las visitas;
y lugar preferido de los juegos de los niños;
y de la tertulia y mate de los padres;
y también del quehacer sin prisa de la abuela,
que revolvía la conserva con su ciencia,
pausadamente con la pala de madera,
en la enorme paila de cobre y de vivencias.

A su sombra protectora, se levantó la casa,
que hacia el sur y hacia la ciudad miraba;
de fachada con breves escalones y galería escasa;
y a ambos lados, piezas anchas y cuadradas;
y por dentro el cielorraso de ladrillos,
sostenido por vigas de madera cepilladas.

De paredes lisas, revocadas de cal y blancas,
cual un cubo, de lejos se apreciaba,
cubierta por el verdor de tanto árbol,
que por los cuatro costados la abrazaban.

Así era el hogar paterno...,
la casa-quinta, en que viví mi infancia;
que levantó mi padre con amor y perseverancia;
y edificó la casa y delineó su huerta,
y plantó con sus manos los frutales;
como ejemplo de humildad para sus hijos;
que fue refugio de bondad para el vecino,
y un hogar fraternal para el amigo.

Fragmento de la poesía "Un día en la quinta de mi infancia” de José Laborda Ibarra.

Forma de habitar suburbano que se amalgama con el confort moderno al que accedían las clases más pudientes en las primeras décadas del siglo XX.
Vivienda con cierto estilo arquitectónico, jardín, establo, corral de aves y quinta propiamente dicha.
A diferencia de la "quinta de los inmigrantes", lo producido no se comercializaba sino que servía solo para abastecer a la familia propietaria y los peones. La función de la CASA-QUINTA se relacionaba con el esparcimiento, la recreación, la distensión mental y el contacto con el medio natural "domesticado".

Fue construida por pedido de Don Matías Laborda Ibarra durante las primeras décadas del siglo XX (probablemente entre 1913 y 1920) para destinarla a morada familiar. La casa materializa una composición arquitectónica particular con signos característicos del estilo "ferrocarrilero" anglófilo: muros de ladrillo, techos a dos aguas con cubierta metálica de cinc y estructura interior de madera, celosías también metálicas, sanitarios y grifería de fabricación inglesa. La influencia del Ferrocarril se testimonia simbólicamente en la orientación de la fachada principal: de frente al paso del tren, de frente a la ciudad, de frente al "progreso"; de espaldas al monte, a la tradición, al atraso...
Esta CASA-QUINTA se destacó por ser una de las primeras que contó con agua corriente en ese sector de la ciudad, elemento vital provisto también por un sistema de acequias de las que aún se conservan vestigios. Esto no sólo permitió el desarrollo de las tareas domésticas sino también el riego de la quinta y el jardín de creciente fama entre los vecinos...
En 1930 la compra la Sra. María Adela Mójica de Borrajo quien en 1967 traspasa sus derechos sobre el inmueble a la Sra. Justa Calderón de Luna, su hija de crianza y actual propietaria...
Con los años, la quinta se convirtió en un potrero en el que se juega al fútbol y la casa, deshabitada, dio vida a numerosas historias en el imaginario del vecindario, como la de "la casa embrujada". . .

[ VIDEO ]   Video "Casa quinta Sta. Lucía"
Vías del tren

La llama de la lámpara del hogar espera,
con su parpadeo, siempre alerta;
el día va muriendo hacia el poniente,
y el amigo, nuestro tren, como todos los atardeceres,
se anuncia, ya muy cerca.

Es que el camino de acero, pasa por mi casa
al frente, cargado de durmientes y de misterio;
silva estridente la máquina de fuego,
y cruza raudo moviendo los cimientos,
y tan de cerca, que se ve la sonrisa del viajero.

Fragmento de la poesía "Un día en la quinta de mi infancia” de José Laborda Ibarra.


El mobiliario responde a los dictámenes de la época en que vivía Doña María Adela - 1930 - ni lujos, ni austeridad.
Mirando al Sur...

... Al otro lado sería mirar al monte, mirar a la nada. Mientras que acá por lo menos miraba algo que tenía, que era el ferrocarril que pasaba, o miraba para el lado de la ciudad. Tal vez se verían las torres de la Iglesia Matriz... A lo mejor, las luces de la ciudad de noche porque muchas veces uno caminaba por el terraplén y era alto para ver desde allí la ciudad. Por eso creo que habrán hecho la casa mirando al Sur. Si la ponían hacia el norte ¿qué se veía? Nada. Porque después de la callecita era monte, ese monte bajito de piquillín, de espinillos, de algarrobo, no era selva... Era natural todo, no se había explotado nada, nada. Los otros potreros, pasando los rieles frente a la casa estaban sembrados con maíz, alfalfa, seguramente para el alimento de los caballos, de las vacas. Por ahí habían unos tambos lecheros...

(Don José Laborda Ibarra)


Silla mecedora perteneciente a María Adela Mójica de Borrajo.

Al fondo había otro patio, ahí se sentaba muchas veces la familia por las tardes, con los sillones, con las mecedoras... Son esos sillones como de mimbre, de esterilla el asiento y el respaldo y que se balancean, tienen las patas curvas y vienen a ser, no de madera, sino de una varilla... Entonces el señor o la señora, cada uno tenía su mecedora con unos almohadones, ahí se sentaban cuando los chicos jugaban...

(Don José Laborda Ibarra)

Acerca del mito de la laboriosidad de los inmigrantes y de la "pereza" del criollo. Dos puntos de vista:

Al momento de establecerse en el país la nueva economía de corte exclusivamente comercialista, nuestra población rural, formada en el sistema ... de la estancia patriarcal ..., no tiene aptitudes para la competencia, en las nuevas condiciones, con la inmigración de mentalidad técnica y capitalista, que viene a implantar el modo rural que conoce. Carece también de la docilidad de ésta, porque ha ignorado las formas casi esclavistas del trabajo europeo de entonces...
El inmigrante está mejor preparado para el comercio y para la competencia, como hijo de la sociedad capitalista, que el hijo de una sociedad donde esas formas de comercio y producción eran incipientes.


JAURETCHE, Arturo. "Política Nacional y Revisionismo Histórico".


Las razas americanas viven en la ociosidad y se muestran incapaces, aún por medio de la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido.(....)Da compasión y vergüenza en la República Argentina comparar las colonias alemanas o escocesas del Sur de Buenos Aires y las villas que se forman en el interior; en las primeras, las casitas son pintadas, el frente de la casa siempre aseado, adornado de flores y arbustillos graciosos;(....) la villa nacional es el reverso indigno de esta medalla: niños sucios cubiertos de harapos viven con una jauría de perros; hombres tendidos en el suelo en la mas completa inacción(....) un aspecto general de barbarie y de incuria los hace notables.

SARMIENTO, Domingo Faustino. "Facundo"