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CEMENTERIO y PRÁCTICAS SOCIALES

Rituales y costumbres en torno a la muerte


Homenaje a J. P. Pringles - 1930 -
Entierro del "Pampa" Rodriguez Saa

Desde ya le digo que no existían Casas Mortuorias, como ahora. Se realizaban en las viviendas particulares. (…) Si se trataba de personas de clase alta, venía el sacerdote para rezar; si eran personas de clase media o baja se buscaban “rezadoras”. Si el muerto pertenecía a la Cofradía del Rosario, o cualquier otra cofradía, los miembros de la misma rezaban en forma permanente mientras durase el velatorio. En el velatorio se servía café, coñac o anís.
No se usaban coronas pues no había florerías. Se usaban palmas armadas en las casas de familias. Se preferían las flores blancas o en los tonos violáceos. Generalmente se usan las dalias y los gladiolos. En los sectores humildes estas flores se hacían de papel.
[Las carrozas] se parecían a las de los príncipes, pero más sobrias. De madera lustrada, con cuatro grandes ruedas. En un comienzo esas ruedas eran tan grandes que llegaban casi a la mitad de la carroza. El techo era un cúpula trabajada que remataba en una cruz, también podía ser recto. Esta cúpula iba sostenida al resto de la carroza por cuatro columnas torneadas. En los laterales, sujetos de esas columnas, iban faroles plateados que remataban en tulipas de vidrio simulando ser llama. Estos siempre iban encendidos, aunque fuese de día.
En la parte delantera iba el asiento de los cocheros, se parecía al de los coches de plaza. [Los cocheros iban] de rigurosa etiqueta: de levitón negro con gran cuello y plastrón. El plastrón era una corbata ancha, también iban de galera de felpa, medias y zapatos negros. Llevaban guantes, que junto a la camisa y los puños era lo único que se veía blanco.
A veces eran dos cocheros, en otras oportunidades uno. Si eran dos, uno llevaba las riendas y el otro se encargaba del látigo que iba en forma vertical en un costado de la carroza, sujeto el mando dentro de un delgado tubo.
Las galeras se sujetaban con un elástico por detrás para que no las volara el viento.
(…) los caballos eran negros. Se los cuidaba especialmente, la cuestión era que en el acto del sepelio estuvieran brillantes. Se le daba especial atención a la crin, que tuviera el mismo largo; otra cosa que se cuidaba como joya era la cola del caballo. Había muchachos que se dedicaban exclusivamente a peinarlas. Atados en la cabeza llevaban penachos de plumas negras de avestruz. Cuando moría un niño o un angelito el penacho era blanco. También podía ser blanco si moría una mujer soltera que hubiera pertenecido a una Cofradía o que hubiera sido muy importante socialmente. Las riendas y los arneses eran negros con uniones en metal dorado.
(…) mientras más importante era la persona, más caballos tiraban la carroza. Seis era lo máximo, sino podían ser cuatro o dos. Pero para que fueran seis, la persona tenía que ser muy importante, o sino que hubiera tenido mucho plata. Si la persona era de seis caballos se ponía debajo del cajón un tapizado negro, bordeado por un cordón del mismo color rematado por borlas con flecos dorados. El cajón también iba tapado por un paño negro con los mismos detalles de pasamanería. A la carroza con el tiempo se le agregó vidrios en los laterales.
Detrás de la carroza iba una especie de cureña llevando las flores. Generalmente el acompañamiento se hacía a pié, pero también podían ir algunos familiares en los coches fúnebres, que eran una especie de landó chico tirado por uno o dos caballos. En el caso de personas muy importantes, detrás de las flores podía ir la banda de la policía tocando la marcha fúnebre. Era muy lenta la marcha por las calles.


(Don Mario Quiroga Luco, 2001)


En General Paz al 654 estaba José Pesce que tenía una casa de Ramos Generales y también tenía “servicio de sepelio”. (…) Comúnmente eran con carroza, cuatro caballos de primera… después el porta corona y el carro de duelo. Se usaba el caballo puro, porque conservaba mejor el pelaje, se los cuidaba en la alimentación y constantemente se los cepillaba… tenían que ser negros… a veces con los años cambiaban el pelaje… el color, se ponían medio vallo o rojizo, en este caso se los tapaba con una manta…
(…) al Cementerio San José iban la gente de buena posición económica, ahí la mayoría se los sepultaban en mausoleo, se los velaba en la casa, lo que hacía la empresa era el traslado, a veces se le daba una misa de cuerpo presente en la Iglesia Catedral.
(…) En esa época había mucha gente de escasos recursos, en la Municipalidad, en el sector de Acción Social, se les daba el cajón… que no era muy bueno… pero era un cajón… y el traslado lo hacían los mismos familiares en peso… cualquier era la distancia, esos entierros se hacían en el Cementerio Oeste… iban en tierra.


(Alberto D. González, 2001)

 
Entierro en Cementerio del Rosario

En los velatorios de aldeas y pueblos se suelen encontrar mujeres de rostros compungidos y negra vestidura, que presiden y dirigen los rezos consabidos; además de práctica devota, suele ser un oficio, pues las “rezadoras” se contratan para realizar esta tarea. Para algunos no basta esta demostración de fe y es necesario agregar el tono patético del llanto, más eficaz en cuanto más intenso y sonoro. También para esto solía haber especialistas: eran las “lloronas”, personajes y prácticas que tienden hoy a desaparecer. La oración fervorosa de los más íntimos se hace presente no sólo el día del velatorio; se prolonga por lo común durante las nueve noches sucesivas y constituyen las difundidas “novenas”.

(CORTÁZAR, Augusto R. “Usos y costumbres”. En: AUTORES VARIOS “Folklore argentino”)


Placa Santiago Laborda
Placa Mauricio Orellano
Hornitos para velas Cementerio del Rosario

Inscripción en Cementerio del Rosario
FIESTA DE ÁNIMAS

Podemos decir que la práctica de las “rezadoras” aún persiste en la ciudad de San Luis, entre las clases populares que concurren al Cementerio del Rosario. En una de las visitas realizadas, en la puerta del cementerio, pudimos escuchar un diálogo donde una señora le decía a un señor:

- ¿No llegó la rezadora? Yo le dije que la esperábamos en la puerta.

Ese mismo día, recorriendo el enterratorio principal (sepulturas en tierra), nos llamó la atención la presencia de tres personas en una de las sepulturas; nos acercamos y pudimos escuchar que una de ellas rezaba alguna oración en alta voz, que luego identificamos como el rezo del Rosario, mientras las otras dos personas respondían los rezos en tono más bajo y con expresión compungida. Para cerciorarnos de que la costumbre de contratar a rezadoras existen aún en San Luis, consultamos con algunas personas y ellas nos confirmaron que es una práctica que aún se realiza en el ámbito del “cementerio de los pobres”. Estas mismas personas nos dijeron que la contratación de “lloronas” es una costumbre que también persiste, pero no pudimos confirmar en los hechos esta afirmación.

Las fiestas de las ánimas eran muy bonitas, dos días feriados: primero y dos de noviembre, donde la gente pasaba realmente junto a sus muertos… recuerdo los bodegones… era muy chica… habían dos o tres bodegones frente al cementerio… en mi casa había uno… era un lugar cerrado con carpas o lonas donde se servía en una mesa empanadas, asado y vino, la música que traía la gente grande era la tonad. Además venían a poner sus negocios. Vendía el que tenía mejores precios y calidad.

(Señora Clara, hija de una de las vecinas más antiguas del Cementerio del Rosario, 2001)
[ VIDEO ]

Video "Las Fiestas de Ánimas"
LA DEVOCIÓN POPULAR

“Animita Rojas”, un niño que según dice la gente llora y realiza milagros. Su muerte fue trágica,ya que fue asesinado por el hijo de un militar que le disparó con el arma de su padre. Dice la gente que a veces el vidrio que está colocado sobre la foto del niño aparece húmedo, en señal que ha llorado.
Obsequios Animita Rojas
Tumba de frente completa Animita Rojas
Placa Animita Rojas
Parte trasera de tumba Animita Rojas
Panteón Juan Gilberto Funes

Placas panteón Juan Gilberto Funes
El panteón donde se encuentran los restos del jugador de fútbol Juan Gilberto Funes, que ha quedado en el recuerdo de los sanluiseños como una personalidad destacada y que elevó al contexto nacional el nombre de la provincia, tiene un lugar y cuidado especial. Está ubicado hacia el sector norte del cementerio, una de las partes de más reciente construcción. En las columnas que bordean el panteón pueden apreciarse varias placas donde la gente le expresa "gracias por los favores concedidos", lo que nos habla de una figura con características particulares que ahora fallecido adquiere lentamente connotaciones milagrosas.
   
Universidad Nacional de San Luis