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I N D U S T R I A

TALABARTERIA "LA PUNTANA"
de Rosendo Suárez

Una actividad manufacturera -ubicada en la zona de transición entre la industria propiamente dicha y el comercio- que se desarrolló en nuestra ciudad estrechamente ligada a las labores del campo fue aquella que desarrollaban los talabarteros.
Ésta industria ya contaba con un gran desarrollo desde la segunda mitad del siglo XIX, tal como lo relata Dorfman en su "Historia de la industria argentina", y ya hacia finales de siglo se ocupa casi exclusivamente de proveer de todos los artículos necesarios para el transporte y la movilidad.


La Talabartería "La Puntana", que comenzó a funcionar en 1922 y cerró sus puertas en marzo del año 2003, estaba situada en la calle Colón 1049. El edificio, de estilo italianizante, tenía una puerta central sobre la que se ubicaba la cabeza de un caballo que originalmente fue de cuero y debió ser cambiado por uno de madera que tenía un foco que se prendía cuando caía el sol. Muchos vecinos de la ciudad lo usaban como guía para ubicarse. A ambos lados se ubicaban las vidrieras que cerraba con cortinas de metal. La parte delantera de la edificación cumplía las funciones de comercio y en la parte posterior, detrás de la casa de familia, se encontraba el taller.



Detalle en fachada
 
Coche de plaza frente a la talabertería

Fachada

Si bien la curtiduría fue una actividad industrial muy extendida en la época del Virreinato ya durante el siglo XIX fue circunscribiéndose a la zona de influencia de Buenos Aires. En San Luis, según registros censales del año 1914, existían establecimientos en los cuales se curtía el cuero que se comercializaba en la zona. Juan W. Gez, refiriéndose a la industria del cuero en la provincia relata que “en tiempos anteriores (al año 1931) existía una gran curtiduría en la Capital y muchas otras pequeñas en la región serrana (...) ahora se ha perdido casi toda esta industria.” Así, siguiendo la tendencia generalizada de proveerse de la materia prima en los grandes centros del país, la mayor cantidad de material con el que se trabajaba en este taller provenía de Buenos Aires.

El (papá) compraba a una curtiembre la suela, la materia prima, que la compraba en Buenos Aires, a una casa muy grande que era Sarasola (...) y comprábamos en Buenos Aires y se elaboraba acá (...) Acá había barracas que acopiaban todos los cuero de vaca, chivos, de oveja y después ... y después las mandaban a las curtiembres, pero acá curtiembres en San Luis no habían. No conocí yo, al menos (...) Los adornos de plata los compraba el papá en Buenos Aires (...) También estaba don Villegas que era platero y algunas cosas le hacía.
(José Suárez)


... un taller grandísimo adentro. Tenía como quince metros, tenía así maquinarias, muchas máquinas, todo, eran muchas máquinas, todo completo.
(Celestino Guevara)

En el local se manufacturaban y vendían toda clase de monturas: americana; de pato; inglesa; de monte para los campos del norte; de pampa para los campos del sur; estribos para cada tipo de monturas; bastos; arneses para sulky; riendas; cabezales; pecheros y además se realizaban arreglos a los coches de plaza. Muchas de estas monturas eran usadas tanto por personas que desarrollaban sus tareas en el campo como por aquellas que practicaban polo en el Club Hípico del Bajo Chico y las canchas del GADA. Cuentan sus familiares que muchas de ellas fueron llevadas a países como España, Estados Unidos y Alemania. Respondiendo a nuevas necesidades generadas por el ingreso de otro tipo de vehículos...

... adhiere al negocio la tapicería que no existía, entonces él hacía capotas, tapizados. Ud. ve acá (mostrando una foto) a los coches de plaza se le hacían las capotas, los tapizados.
(José Suárez)

Y tapicería también, todo se pedía... en aquel tiempo había poquitos autos, cuando más habría unos diez autos, los Belgrano Rawson, creo, el gobernador, así poquito mire, unos Rubi, gente de campo, los Vergés sabían venir también. Lo que se trabajaba mucho era en cuestión de apero, para carros, aperos para la gente de andar a caballo. Todo eso se iba...elaborando.

(Guevarita)


Interior del comercio.

En el taller trabajaban don Rosendo y sus empleados. Ellos aprendieron el oficio junto a su patrón.

...había seis empleados porque las monturas, los arneses, todo eso, exigía mucha mano de obra, entonces él con los seis empleados trabajaban en el taller. Que los hizo él, porque en realidad ninguno de ellos sabía el oficio.
(José Suárez)

El trabajo se organizaba siguiendo el modo de producción de manufacturas artesanal, pues, por lo que surge de las entrevistas, cada empleado se dedicaba a una especialidad. Existía una cierta jerarquía entre ellos que dependía del conocimiento mostrado en el oficio. El aprendiz se desempeñaba en donde se lo requería, de acuerdo a las necesidades. Todo esto implicaba también un pago diferencial.

Ahí estaba el que fabricaba las monturas, el que hacía... el otro que hacía las monturas para cabalgatas de las mujeres porque era una montura distinta y mi hermano era el que hacía las cuestiones de guarniciones y aperos, Teófilo... Y estaba Lucero, un muchachito de ahí que era el tapicero que teníamos. Yo era aprendiz y después era oficial de segunda (hacía) de todo...había que remendar pecheras, o julgo, o carteras para la escuela, de todo y ayudarle al tapicero. Y si me necesitaban en el taller, iba al taller allá, pero donde más estaba era en el negocio con don Rosendo. El chico José era chico, José que tendría...cuando yo salí tendría 10 años.
Y en el año 37 yo ganaba...porque se ganaba poquito en aquellos años, ganaba 22 pesos. Después tenía mi hermano Teófilo Guevara, ganaba 30; el tapicero, Higinio Lucero, ganaba 35, don Julio ganaba 50, el otro hermano de don Rosendo; y don Medardo Estrella era el jefe de todos allí, el tenía 60 pesos por mes (...) Cada uno su especialidad. Entonces don Medardo necesitaba que le fuera a ayudar, ahí iba yo. Él hacía monturas de...para...todas las monturas finas que se hacía, la mejicana, todo... Se pedían los armazones a Buenos Aires y él aquí las vestía, las hacía. Todo ese trabajo.
(Guevarita)

Don Rosendo Suárez.
Don José Suárez.

Cartel de cuero

Herramientas

Máquina de coser
 

Debido al carácter artesanal de la actividad, las herramientas utilizadas tenían una baja tecnificación. La máquina de coser era el medio de producción más "sofisticado". El resto de las herramientas eran aquellas que facilitaban el trabajo eminentemente manual del talabartero.

Fíjese que esta máquina (la muestra) es en la que mi padre aprendió el oficio, era de Ferramola, de mi tío, fíjese los años que tiene. Esa máquina sigue trabajando como si fuera nueva. Yo tengo una cabeza de máquina allá, una vez le dije a mi padre "papá, la dejamos descansar a esa máquina y ponemos esta más nueva?. No, usted siga trabajando con estay no la toco, tengo la otra y no la saco (...) Nunca le quise poner el motorcito eléctrico, me parece que no me voy a acostumbrar.
Tenemos muchas herramientas que son especiales (...) tengo un montón que son francesas y alemanas para cortar el cuero
(medialuna y compás con filo), para marcar círculos (compás), sacabocados...

(José Suárez)


Lo producido en el taller era colocado casi exclusivamente en el mercado interno, atendiendo la demanda de clientes de diferentes sectores sociales.

...(los clientes) eran (gente) toda del campo, del interior. Ellos traían por ejemplo, carbón lo que ellos hacían el explote, carbón, leña y después pasaban a buscar lo que les hacía falta para el carro, la jardinera, para el caballo. Aquí enfrente de la casa mi padre puso tres argollas grandes con un hierro muy profundo y la gente venía, yo recuerdo bien, y ataba su caballo ahí para que no se fuera. Esta calle era de tierra. (...) Venían los empleados del campo, alguna vez los dueños pero mayormente los empleados porque son ellos los que necesitaban todos estos artículos. El patrón quizás compraba la montura para él, para recorrer el campo él, pero el que trabajaba constantemente el campo todo el día era el empleado, entonces él era el que tenía que comprar las cosas.
(José Suárez)

Eran la gente, los carreros que venían a vender leña, carbón, venían y encargaban, tales cosas. Decían "pa' tal fecha vamos a venir" y entonces ellos dejaban una seña de lo que encargaban, dice "pa'tal fecha si nosotros no podemos venir le va a traer don...'la gata'” así le decían a don Ricardo Carabajal (dueño de) un almacén grande que había allá en la Justo Daract (...) Y... los coches de plaza, los carros, todos esos tenían acá; los verduleros... a todos con esa gente se trabajaba, todo.
(Guevarit
a)


Al igual que los hermanos Favier, en la década del '40 bajó la demanda de muchos de los productos manufacturados en el taller: los automóviles y coches que requerían de los servicios de la tapicería dejaron de circular; el aumento de la suela, materia prima fundamental, elevó el precio de artículos de mucha elaboración como las monturas y la presencia en el mercado de artículos hechos a máquina (riendas y lazos -entre otros-) en establecimientos de mayor envergadura, hizo que resultara poco redituable seguir haciéndolo en el local. Esto estuvo acompañado por el cierre del taller, como hasta ese momento había funcionado, debido a varias razones. Algunas de ellas fueron la promulgación de leyes laborales que modificaban las condiciones de trabajo de los empleados y el interés de su dueño de retirarse poco a poco de la actividad..
Todo esto llevó a adecuarse a estos cambios, dedicándose, casi en forma exclusiva a la comercialización de productos industrializados o realizados por otros artesanos de la zona y a la restauración de monturas y reparación de artículos de marroquinería.


   
Universidad Nacional de San Luis